Después de Deméter de Agrupación Señor Serrano, prácticamente hemos asistido a todas. Hemos advertido la buena estructura por edades, cíclicas casi siempre en función del calendario escolar. Por ello, a diferencia de la susodicha, ello nos ha permitido agrupar las reseñas de cada obra conforme al público a quien van destinadas. Ello permitirá observar mejor el cuidado de la selección de propuestas y, sobre todo, pensar en quien es imprescindible en las Artes Escénicas: el público.
Para toda la familia
Hubo espectáculos para que toda la familia asista a un teatro. Madres, padres y niños juntos disfrutando de una velada donde todos disfrutan. Y al salir les esperó el Parque Central para continuar jugando, paseando o conversando sobre lo presenciado.
Chinchulina y el ruiseñor de la China
Chinchulina y el ruiseñor de la China es un cuento escenificado creado por Pablo y Alba Vergne y su compañía madrileña La Canica, de la que conocimos su magnífica Historia de un calcetín. Se trata de un encuentro de una intérprete con diversos títeres para recrear un bello argumento para disfrute de los pequeños a partir de cuatro años.
El argumento está lleno de peripecias. Un emperador de China, Chinchulín, vive en un hermoso palacio de porcelana frágil, bellos jardines y flores perfumadas. Su hija Chinchulina se muestra alegre cuando escucha música y desea bailar en cualquier espacio, frente a la oposición del padre porque puede romper la porcelana o dañar las flores. Hasta que ambos bailan por contagio de su alegría, a pesar de ser ella tímida salvo cuando escucha melodías. La tristeza acaba apoderándose del corazón de Chinchulina y solo el canto de un pájaro llamado Ruiseñor Azul podrá devolverle la alegría. Entonces el emperador rompe con la tradición de no salir nunca del palacio y acude a buscarlo iniciando un recorrido donde se encuentra con varios seres humildes y alguna que otra prueba. Es entonces cuando conocerá su imperio. Aquí la propuesta se convierte en un canto a la importancia de las personas trabajadoras que con su esfuerzo construyen una sociedad.
La ejecución de Alba Vergne es sensacional. Narrar un cuento es lo fácil pero recrearlo hasta la fascinación no. Se aprecia su perfecta manipulación de títeres compuestos de elementos sencillos (las bolas blancas dan mucho juego). El acompañamiento de la danza y el movimiento da viveza a la historia hasta encandilar a los pequeños. Ella aporta una gracia paralela a la simpatía de los personajes, incluso logrando que alguno más hosco posea un encanto. No faltan los juegos de sombras chinescas y el teatro de sombras que dan un salto a modo de cesura sobre lo narrativo y enriquecen el argumento hasta dar una caracterización perfecta, como la de la propia intérprete con su vestuario y su maquillaje, y una ambientación con una potente visualidad. Todo con un buen texto con capacidad de emocionar y llegar a la imaginación, más con detalles significativos como el poema de Rubén Darío repetido para expresar el estado de la princesa Chinchulina.
Y muy originales los títeres de objetos cotidianos. Producen un acercamiento necesario para una obra cuyo pequeño formato queda ensanchado por el despliegue interpretativo en la puesta en escena.
Tarzán
Una nueva adaptación del clásico de aventuras Tarzán. Con cuatro palos soporte de micros, un buen número de peluches, un teclado, unas cuerdas colgantes de la tramoya, paraguas, un teclado y unas cajas que pueden servir tanto para encerrar a un actor como para ejecutar percusión musical, la compañía Mar Mar crea una adaptación ingeniosa y amena de este clásico novelístico de Edgar Rice Burroughs que el cine popularizó en el imaginario colectivo. También ha tenido un buen número de dramatizaciones, incluso un musical, de las que recordamos aquella tan espectacular producida por el mismo Centro Escalante de 1988, con dirección de Rafael Rodríguez.
La historia circula desde un arranque con unas zapatillas blancas en la oscuridad caminando por encima de una de las cajas y la irrupción de los simios con el bebé de Tarzán en el suelo llorando y moviendo brazos y piernas. Después todo irá por dos caminos paralelos: el presente de la acción, con Tarzán encadenado e interrogado por un psicoanalista, mientras Lord Greystoke VII libera a los animales de Londres e intenta convencerle de que aquel niño perdido era él presentando con retrospecciones la propia historia de la selva, con el recorrido donde conocerá a Jane y los cazadores. Pero todo estructurado de forma sencilla, para que lo escenificado sea inteligible para todos los públicos, basándose en la agilidad y la simulación.
La singularidad del montaje es la inventiva con los escasos medios. Un bosque es creado con los soportes de los micrófonos o unas cajas sirven como celda de Tarzán. Pero también se fundamenta en el trabajo de los actores. Con numerosos sonidos, desde las palabras, la imitación de animales, sobre todo simios, y lo gutural, más los toques mímicos corporales, consiguen un imaginario perfecto. Salvo Tarzán, los actores interpretan distintos personajes. Realizan un gran despliegue físico, con mucho movimiento y creando a su alrededor un aura personalizadora. Un gran trabajo actoral llevado adelante por la estupenda dirección de José Carlos García, capaz de llenar el escenario del teatro Principal de forma amplia e ir logrando ganar el interés de una historia que posiblemente todos conozcan pero atractiva y con un lenguaje que le da un nuevo sabor. Su planteamiento formal singular hace que cada minuto que transcurre crezca en interés. La dramaturgia de Kike Díaz de Rafa está muy bien elaborada al hablar con varios lenguajes escénicos contemporáneos,
El interés del montaje estriba en observar cómo es posible crear con mucha imaginación la historia ampliamente conocida. El resultado es fascinante, de potente carga visual y sonora (fenomenales las percusiones y la música), y demostrativo de que cualquier historia recurrente puede ser contada de nuevo si se plantea una perspectiva conceptual con mucha imaginación. Y no nos olvidemos de los peluches, toda una selva perfectamente utilizados por los actores.
Save the temazo
En septiembre de 2020 vimos la potente obra de circo contemporáneo Save the temazo. Fue en unas circunstancias “extrañas”, por llamarlas de alguna manera, porque las sillas estaban colocadas separadas por una distancia de metro y medio y la mascarilla protectora cubría los rostros de los espectadores y de los actores cuando se acercaban a ellos. Un recuerdo que ahora, al volver a presenciar el trabajo esta vez en su versión para sala, produce tristeza y reflexión por todo lo perdido durante los años duros –sí, años–de la pandemia de la Covid-19.
Afortunadamente, han pasado casi mil días desde su estreno y el montaje aún está más vivo. El público participa en lo propuesto y disfruta desde que asoman los carteles con lemas entregados mientras la cámara de vídeo proyecta en directo. Al entrar en la sala pensaba en si era posible que entrara en el escenario la enorme estructura dominante de siete metros y medio sobre la que ejecutan sus ejercicios los cinco intérpretes. Ocupaba la altura justa hasta el peine, donde campea el lema que da título a la obra con una presencia imponente ayudada por la iluminación incrustada.
Save the temazo es una obra de circo pero con argumento de gran poder ficcionalizador. Una ONG internacional pretende salvar los temas musicales que se van olvidando para rescatar el valor emocional de la música. A partir de ello, con la voz por el micro de Gonzalo Santamaría, se entra en un universo frenético, lleno de canciones conocidas que van desde el pop y el disco, el rock y el heavy de Metallica. Sensacional la secuencia filmada de “Space oddity” de David Bowie.
Esa ambientación, entre vinilos, da una fuerza singular a los ejercicios ejecutados. Hay que reconocer que Marillén Ribot, ganadora del premio de las Artes Escénicas Valencianas por esta interpretación, es un modelo de artista de circo completa, con sus malabares, su clown, sus acrobacias, el trapecio, el aro aéreo y el equilibrio sobre botellas. Si a ello unimos otros como el aro cyr de Matías Marré, con momentos técnicos diferentes a los habituales y una pulcritud máxima, tenemos un despliegue formidable de ejercicios que despiertan ese temor interno que se siente cuando el artista de circo ejecuta números complicados. El riesgo es mayor cuando Ribot se encuentra en el aéreo y por el lateral otros intérpretes cuelgan su cuerpo en ángulo recto con la estructura. Como difíciles son los lanzamientos con arco de flechas a los cascos de la cabeza de los intérpretes de Raúl García (ríete del de los juegos olímpicos de Barcelona). O esa delicatesen entre el clown y el salto a colchoneta de Giorgio. La compenetración máxima de los artistas es patente desde sus inicios con una coreografía conjunta y el juego con las banderas de la ONG.
La versión de sala consigue algo difícil del espectáculo pensado para la calle: la empatía emocional del espectador. Sin duda, consiguen el objetivo de que los temazos escuchados vivan para siempre, como anuncia Gonzalo Santamaría al inicio. Los latidos del corazón escuchados a partir de sus golpes en el micro se sienten en el patio de butacas. La dirección de Jimena Cavalletti es perfecta y el movimiento muy bien coreografiado para un espectáculo inolvidable.
Tripula
Tripula es un espectáculo fascinante donde la inmersión en un globo aerostático da pie a vivir las aventuras de un viaje más accidentado que tranquilo. Pero las peripecias y dificultades imprevistas ofrecen más diversión que lo monótono. Así es esta creación de Jordi Palet, Pep Farrés y Jordi Farrés, compañía creada en 2002, que divierte con las simulaciones a los asistentes. No sorprende que obtuviese el premio FETEN al mejor espectáculo no convencional en 2016.
Para empezar, los hermanos Farrés se presentan como herederos de los hermanos Montgolfier, inventores del globo aerostático en 1782. Han ideado una nueva forma de viajar y lo muestran a los espectadores que se convertirán en pasajeros dentro de un enorme globo. Ambos son unos iluminados que con mucha gracia y capacidad de improvisación les llevarán por el espacio a los límites de la realidad y lugares no conocido. Pero los contratiempos se multiplican y algunos de los viajeros deberán ayudar a tripular el globo. Incluso una niña a reparar una avería en el exterior, que vemos proyectado, después de un choque con algo desconocido.
Además del oficio de los Farrés, su buen humor nada rígido y sus excelentes juegos de sombras realizadas con elementos sencillos, destaca la sublimación del concepto de solidaridad. Todos juntos debemos participar para que el accidentado viaje llegue a buen término. La participación, por ello, se convierte en fundamental, aunque los Farrés dominen la situación y contengan el ímpetu de la chavalería. Humor y emoción aventurera que dominan el ambiente dentro del globo en esta producción tan original, inmersiva y diferente, con una parafernalia en la preparación y una experiencia estimulante. Destaca la voz en off del gran actor Pere Arquillué como comandante de la nave con muchos matices vocales.
¿Y encontrar los zapatos a la finalización? Para entrar en el globo hay que descalzarse. Pero mientras los niños saben dónde los dejaron, los adultos no siempre lo recordamos. Cuando no pueden haber cobrado vida y haber cambiado de lugar aleatoriamente. ¿Será por efecto del aire del vuelo del globo?
Buh!
Las propuestas de los valencianos de Teatre de l’Abast suelen ser atractivas por su buena preparación técnica y sus dramaturgias donde el físico ocupa un plano importante sin despreciar el texto (o el “no texto” en el caso de Rob). Las acciones son la parte sustancial del teatro. La Fam, una de las compañías más destacables en el teatro de calle, se ha unido a ellos para crear Buh!, un espectáculo familiar de tema muy actual que afecta a muchas personas: la conciliación familiar.
Nos cuenta la historia de Eva, una niña inteligente y divertida con mucha imaginación. Pero pasa mucho tiempo sola en casa, con sus padres separados y su madre muchas horas fuera del hogar para salir adelante, llamándola sin que aparezca cuando necesita compañía. En esta situación, harta de la soledad, escapa a un lugar secreto donde cuatro seres imaginarios le ayudarán a afrontar su situación y sus miedos con una aventura muy singular.
La historia se inspira en Cuento de Navidad del novelista británico Charles Dickens. Y no solo por reproducir el argumento de un personaje visitado por tres fantasmas en un sueño sino porque estos seres le enseñan a Eva el pasado, el presente y el futuro, como en el relato. Un pasado representado por una vieja carpintería donde el martillo, el serrucho y el destornillador han quedado viejos ante la emergencia de una nueva herramienta multifunción pero donde también reviven los recuerdos de un viejo álbum. Un presente con la aparición de un doble de Eva, y un futuro con los seres tecnológicos y el hada madrina del porvenir. En suma, le enseñarán a no olvidar el pasado, a vivir el presente y a no tener miedo al futuro, un mensaje muy didáctico también para los adultos, presentado en apenas una frase a modo de rúbrica un resumen a partir de la escena donde la madre se compromete a disfrutar con la hija de su tiempo, una vez cumplidas sus responsabilidades laborales y hogareñas. La mutua comprensión queda como una virtud muy bien reflejada porque es una necesidad y siempre se puede mejorar la convivencia si existe la posibilidad de la conciliación. Y voluntad, algo imprescindible.
La parte musical hace las delicias del espectador. Con marionetas, entre las que destaca el gato gigante a quien se le atribuye la culpa de las travesuras de Eva, además de las divertidas y nostálgicas herramientas de la carpintería. Las canciones de Carles Rodenas poseen una calidad enorme, con letras en valenciano que no solo no se separan del argumento sino que lo conducen. Muy bien interpretadas por los cinco actores y actrices. Destacan la adecuación de la música al pasado, presente y futuro, con ritmos que incluso recuerdan al Bienvenidos de Miguel Ríos y al rock duro, o al tecno más actual.
Hay escenas divertidísimas, como la desarrollada en la carpintería con las tres viejas herramientas, el hombre de papel, el juego de espejo o la irrupción de los tecnificados con esa especie de hada madrina dominante y clarificadora. La dramaturgia de Manuel Maestro, autor de un texto bien estructurado, Lucía Aibar y Victoria Mínguez, creadoras a partir de la idea original, funciona en todo momento con un ritmo raudo y potente, con la conjunción del físico, la palabra, las canciones, las marionetas, el mucho movimiento, las buenas coreografías de Cristina Fernández, y los cambios rápidos de vestuario de los seres imaginarios del siempre enriquecedor Pascual Peris. Sorprende la escenografía de Txema Rico, con el giro de una casa actual a la vieja carpintería, y la iluminación de Sergio Heredia, con golpes súbitos y capaz de convertir el granate del gato en dorado. Elementos humanos y técnicos unidos de forma eficaz para construir el desarrollo muy bien adecuado para ser llamativo para todos los públicos.
Igual de destacables son las interpretaciones. Eva es Rebeca Artal-Dato con una desenvoltura ejemplar. Es una actriz que da mucho encaje al personaje. Neus Alborch, con su dicción perfecta en valenciano, también despunta con su voz y su solidez. Estela Domínguez tiene una gracia ejemplar. Aina Gimeno está impresionante sobre todo en su momento de danza, como ese gato granate, y Juanma Picazo tiene una gracia enorme, además de buena voz. Los cuatro últimos como fantasmitas multiplicándose en distintos personajes. Tienen el encanto necesario para darle simpatía al espectáculo familiar y se compenetran a la perfección.
Es necesario atender a la forma de expresión del mensaje. Está dentro del argumento, va de dentro hacia el patio de butacas y no al revés. La concienciación del público en teatro se logra con la vista y el oído. Estamos viendo últimamente demasiados trabajos familiares donde hay una ideología metida con calzador sin que venga a cuento para la diégesis ni exista causalidad en los acontecimientos. Buh! mantiene esa norma didáctica del teatro de hablar desde la estructura profunda y no desde la superficie: nada de a priori. De esta forma, nos regala un mensaje positivo a favor de la necesidad del afecto entre hijos y padres en unos tiempos individualistas como los actuales, con muchas travesuras que son eso, travesuras sin llegar a gamberrada. También es una reivindicación de la necesidad de soñar, de vivir con ilusión. El oficio de Abast y La Fam merece la pena. También su simpatía.
Los viajes de Bowa
Avalada por tres premios del festival Circada 2020, Elena Vives Espejo-Saavedra y la compañía La Gata Japonesa ofrecieron un espectáculo de circo individual donde el riesgo y la sorpresa invadieron la sala de Nau Ribes.
Se trata de un formidable trabajo que nos cuenta el viaje de una acróbata que aparece con varias maletas apiñadas y de ellas irá extrayendo los elementos que la acompañarán, sobre todo las botellas, un eje de continuidad del trabajo. Acrobacias, magia, mimo, piruetas, equilibrios y una interpretación llena del clown y del mimo se despliegan con una habilidad ejemplar y con una eficacia enorme de Elena Vives Espejo-Saavedra para empatizar con el público, al que se dirige continuamente hasta implicarlo sujetándole las maletas o pidiendo palmas al son de la música. La empatía es tan pronunciada que hasta acompaña sus palabras con lenguaje de signos, acercándose a la función integradora tan del circo actual.
La sorpresa está presente desde el primer momento. Con una habilidad máxima, la intérprete cambia de vestuario de forma mágica. Después será capaz de combinar su viaje en el equilibrio sobre las botellas (especialmente atractiva es la escalera montada con ellas sobre las maletas), pero también su juego acrobático en el trapecio. Las ropas tendidas en él, útiles para los ejercicios, nos lleva a preguntarnos cómo es posible que no se rompan o se caigan de la cuerda donde están tendidas dado que también son útiles para los ejercicios.
La creatividad permanente, el ingenio, la dificultad y la técnica, con la búsqueda de que todos los ejercicios parezcan distintos a los habituales en el circo contemporáneo, más el enorme esfuerzo físico y el talento de Elena Vives Espejo-Saavedra, dan un aire de obra maestra a esta joya con una miniatura que nos recibe en el vestíbulo de la sala. Si la disfrutaron y tuvieron escalofríos en su camino sobre las botellas de la fenomenal Bürstner Club, ahora ha llegado más lejos hasta el punto de provocar nervios en el espectador, no en ella, cuando vemos la fila escalonada por la que pone sus pies. Siempre con un aire entre lo jocoso y lo poético, entre una dulzura encantadora, hasta lograr una experiencia mágica inolvidable con un oficio insospechado.
Uno de los mejores espectáculos de circo individual que se pueden ver. Admirable. De lo más sobresaliente del año. Sobre todo por la interpretación deliciosa de Elena Vives Espejo-Saavedra.
Allò que ens uneix
Que la valenciana Elisa M. Matallín crea historias que quedan en la memoria a los pequeños es incuestionable, así como su habilidad en el manejo de objetos diversos cuya finalidad es su conversión en personajes. Es lo que sucede en su nuevo proyecto, Allò que ens uneix, con producción de su compañía La Matallina y Escalante, que cautivó a los pequeños hasta introducirlos de lleno en la historia por medio de la narración oral de dos cuentos con sentido intercultural, dado que son originarios de Palestina y Marruecos pero los mezcla con toques valencianos para mejor entendimiento y aproximación del público, como una defensa de la integración de distintas civilizaciones además de fomentar nuestra cultura entre los pequeños. El segundo relato con versión granadina, demostrando la proximidad de esa cultura a las raíces de la nuestra.
Si algo destaca es la capacidad de Matallín y su “criada” Raquel Heredia, una con vestuario más próximo a nuestra mentalidad y la otra con toques de la civilización arábiga respectivamente, para implicar al espectador pequeño. Sorprende la habilidad de ambas en el manejo de los objetos, la mayor parte teteras y jarrones muy norteafricanos, para la construcción de los personajes de los cuentos, con la pantalla ornamentada de una lámpara como príncipe. Pero también la construcción del universo con juegos de iluminación de ellas mismas con pequeñas linternas, reforzados con el trabajo técnico puntillista de Carlos Molina desde la mesa. Muy atractivos son los juegos de sombras, tanto las proyectadas en la pared como en la vela blanca del carro que ocupa en la segunda parte el centro del escenario, en especial la de Raquel Heredia, quien canta de maravilla y poco a poco adquiere su relevancia participativa.
Hubo muchos momentos mágicos en las reacciones de los pequeños. Pero sin duda el más emotivo, hasta el punto de que ambas actrices tuvieron que desarrollar sus dotes de frialdad interpretativa para evitar las lágrimas de ilusión, fue cuando Raquel Heredia entonó las primeras palabras de la canción “Marieta” y todos los niños espectadores la cantaron al unísono. No estaba preparado sino que fue algo espontáneo porque los pequeños se sabían la canción. Esto demuestra que el montaje llegó al alma y que la palabra nos une, y más cuando los objetos son personificados. Un trabajo estimulante y encantador, con un espacio sonoro excelente de Versonautas. Y la instalación de la entrada era para no perdérsela por la importancia de su iluminación.
Perseverance
Cuando estábamos en plena pandemia me correspondió evaluar para los Premios de las Artes Escénicas Valencianas Perseverance, obra de Salvador Rocher. La imagen era muy triste porque era un montaje de calle sin público. No llegaba a convencer: si ya es difícil disfrutar con un espectáculo en vídeo, más aún cuando ese es un trabajo de calle. Falta la convivencia pero también es inapreciable el sentido fundamental del trabajo.
Dentro de la programación de la edición de este año de Dansa València, el Centre Escalante colaboró con el estreno en sala de este montaje que tantas dudas ofrecías en su versión de calle. Sin embargo, el que una adaptación a sala gane tanto en calidad con respecto a la original en espacios abiertos no suele ser habitual. Digo “gane tanto” porque realmente la diferencia entre una y otra es descomunal.
El montaje parte de una expedición espacial a Marte, de ahí el título de la obra por ser el vehículo enviado a este planeta por la NASA. A allí llegan unos seres de blanco con casco y dejan el vehículo Perseverance. El arranque desde la parte superior de la gradería de Nau Ribes ya da cuenta de algo fundamental en esta obra como es el aprovechamiento del espacio donde se combinarán la danza y en cierta medida el texto teatral, sobre todo en las desconcertantes y divertidas apariciones filmadas del general interpretado por Vicente Genovés. Después se sucederán escenas donde con un humor y las acciones de movimiento se construye una historia para valorar nuestro planeta y nuestras costumbres, aunque exista la crítica al deterioro de nuestra Tierra. Qué les falta a los terrícolas es una pregunta establecida para precisamente descubrir lo positivo de lo que somos y tenemos.
Los lenguajes diferentes se suceden. Muy solventes los intérpretes, con una Melodia García sensacional. Aunque podría habérsele sacado más partido a Diana Huertas, a mi juicio una de las mejores intérpretes de danza de nuestro panorama. Episodios de distintos signos, algunos ingeniosos mientras preside esa nave con paraguas convertidos en radares. La escenografía de José Luis Martín Huguet, como la música de Alexander Espinoza, ayuda al desarrollo continuo y fluido de un espectáculo atractivo en su ejecución. Una expedición auténtica dentro del desenfado con un vestuario muy creativo de Emilio Morales. Sin olvidar los audiovisuales, con esa amalgama de códigos y mensajes en códigos informáticos.
Una magnífica dirección de Salvador Rocher, sobre todo en las coreografías, para el curioso trabajo textual de Adrián Novella dan como resultado una buena factura muy apta para una buena tarde para todos los públicos.
Para los más pequeños
Ha sido muy destacable toda la programación para la infancia menor de seis años. Aunque comenzó en enero con For+ de Xarop Teatre, tuvo su mes potente en mayo, donde Nau Ribes reunió a los más pequeños, siempre más liberados de los duros fines de curso estudiantiles.
For+
Los más más más pequeños se sintieron felices con For+, espectáculo multidisciplinar de la compañía Xarop Teatre con voz y piano en directo, pareja de actores, manejo de muñecos y títeres y proyecciones. Es un trabajo pensado para toda la familia con carácter participativo para la infancia entre nueve meses y cinco años lleno de sorpresas imaginativas.
Nos cuenta con la mesura necesaria la historia de Pupi, un niño que viaja en sus sueños a un mundo de juegos. La actuación solvente de Carles Benlliure y Rebeca Castro les introducirá perfectamente en este universo hasta llegar a una maravillosa escena donde madre o padre y niño del público descansan en el escenario. La participación de los sueños de Pupi llega al patio de butacas con un brazo largo con el que los intérpretes hacen tocar los niños unos corazones y luego se ven atrapados en el sueño por el calor de unas medusas. Todo muy ingenioso y siempre adaptado a un entendimiento propio de su edad. Se aprecia en la poca distancia mental existente entre lo observado y la recepción de los pequeños.
Pero nada hubiese sido posible sin la música interpretada por Ricardo Belda y Arantxa Domínguez. Con continuidad durante todo el espectáculo, a ritmo de jazz y blues pero con bastantes temas conocidos y algunos de variaciones del folclore valenciano, el piano pone la melodía y Arantxa arropa con su voz a los niños, con muchos gestos y muecas para su implicación, y un canto lleno de onomatopeyas que irrumpe en la sala con las repeticiones de los asistentes a lo inducido por ella.
Magníficos los muñecos y títeres, Pupi, y su enorme cabeza soñadora, y un perro simpático que le acompaña, con proyecciones muy sugestivas y estimulantes. Es un espectáculo sensacional para educar a los niños en el respeto al teatro y las posibilidades de su imaginación. No se les olvidará nunca que fueron a ver este espectáculo, aunque lo vayan viendo cada día más lejano a medida que cumplan años.
La serpillère de Monsieur Mutt
La serpillère de Monsieur Mutt es un sensacional trabajo individual muy estimulante para los niños de dos a seis años, aunque sus enormes sorpresas provoca la sonrisa de los adultos, como pude comprobar. Avalada por el premio FETÉN 2022 a mejor espectáculo de aproximación a la danza a la primera infancia, es también teatro de rebelión de objetos.
Marc Lacourt aparece en escena con una sensacional interpretación de danza, de extremo a extremo del escenario, y logra empatizar con los pequeños, hasta conseguir que alguno dance durante el resto del espectáculo. En escena hay objetos pero destaca un palo de fregar contestatario que cae al suelo. Pero a continuación sucede el milagro para los pequeños: la mopa se desplaza por el suelo y en el momento inoportuno interrumpiendo el ejercicio. A partir de ahí siguen sumándose los efectos: una percha que escupe la cazadora del artista, una caja que se desplaza, una taquilla de la que sale una pelota y finalmente como sorpresa una caja de la que salen los folios. Esta rebelión de la mopa provocará huidas y un conflicto entre el artista y el mundo escenificado. Lacourt además establece un reto a los niños: en la escuela o en casa pueden poner la cabeza al revés, como hizo él al inicio, y descubrirán que todo es distinto.
Mucha imaginación, una interpretación de las más cautivadoras para los niños, y el buen uso del suelo y de la maquinaria en remoto, construyen un espectáculo del que se sale con un optimismo ejemplar. Los pequeños disfrutaron y ya no se olvidarán de la magia del teatro.
Alma
‘Alma’ es un precioso trabajo de Anna Ros, candidato al premio Max, destinado a la primera infancia. Los objetos y el movimiento constituyen sus fundamentos. Los más pequeños disfrutaron de la creatividad de la propuesta, divertida y poética, cuya referencia argumental es el paso del tiempo.
Anna Ros transporta a las cuatro estaciones llenando el escenario desde que aparece con un vestuario llamativo de Victoria Cretenze, con la cara dentro de un marco con el que hará muecas y chocará con su cristal. A partir de ahí, los objetos cotidianos y naturales relatan la sucesión de las cuatro estaciones del año, como momentos de reír de verdad. Siempre ella con una maceta con una margarita en la mano, a la que irá regando con un pulverizador.
Un paraguas que con un plástico sirve como medusa gigante, un perchero con cuatro paraguas de distintos colores y bombillas, y tres cubos de donde extraerá o volcará elementos, como esa menina de papel o los barcos, constituyen una escenografía llamativa para los pequeños. Pero lo más destacable es el trabajo de Anna Ros con una interpretación ágil y atractiva, llegando con simpatía hasta en el rostro.
Magnífico trabajo que demuestra la grandeza del pequeño teatro que en realidad es muy grande para los más pequeños. Bellísimo y estimulante. Y la capacidad de empatizar desplegada por Anna Ros para ganarse al espectador.
Jungla
Danza y movimiento construyen el eje de Jungla, espectáculo muy visual con el que los más pequeños quedan cautivados. Se trata de un viaje por la junta desde el arranque con las tres intérpretes ataviadas con vestuario mimetizado con el decorado escenografiado por María Alejandre, una jungla donde predomina el verde de la vegetación.
El desarrollo nos transporta a ella desde esa escena inicial hasta otros seres extraños, vestidas de rosa oscuro casi granate, con ojos largos simulados por muelles de colores, una piel amarilla prehistórica y donde finalmente aparece el búho al hacerse de noche. Las imágenes son de singular belleza, con una luz que modifica las tonalidades de color logrando una plástica cautivadora, sobre todo con el excepcional juego con las piernas en alto y las utilizadas por las intérpretes bajo la piel que dan como resultado tres montículos donde dentro aparecen cuevas iluminadas.
Muy eficaz la actuación, sobre todo en los momentos próximos a la danza, de Cecilia Colacrai, Mireia de Queros y Ursa Sekirnik, para un desarrollo excelente para el público de dos a cinco años,con autoría de ellas y Anna Rubirola. Pero sobre todo por la excelente plástica aportada sobre el escenario por la iluminación de Joana Serra con los cuerpos camuflados en un recorrido lleno de sorpresas sugerentes. Y muy gratificante y estimulante, aunque quizá le falte un poco más de garra argumental.
El cau dels sentits
El cau dels sentits cerró la temporada regular. Se trata de una instalación interactiva sin texto simulando un pequeño pueblo formado por tres nidos de madera y ropa tejidos como los pájaros hacen sus nidos. Cada uno posee un suelo distinto: colores, césped y espejo. Pero también aromas diferentes que se perciben por toda la sala.
Niños de guardería, con pañales incluso, disfrutan jugando con los distintos elementos acolchados. Desde figuras geométricas hasta bolsas llenas. Tanto dentro como fuera de los nidos. Lali Ribalta y Gloria Román los acompañaron, como también sus maestras, con movimiento entre ellos pero sin pronunciar una sola palabra. Román los acompaña desde la entrada con una bola iluminada guiándolos hacia lo que es una experiencia inolvidable.
La dirección de sus creadores, Eulàlia Riberta y Sergi Ots, y el escenario de Txell Janot son tan eficaces que me dio la sensación de que fue demasiado breve el tiempo que estuvieron en la instalación jugando y percibiendo elementos por todos sus sentidos. Por ello, esta experiencia sensorial señala a los niños la viveza de los escenarios y, lo mejor, la distinción de la percepción de la belleza. Lo bello y el juego no son inseparables.
Teatro para jóvenes
Lázaro
Quizá fuera una de las últimas representaciones de Lázaro del joven valenciano Roberto Hoyo. Nunca se puede asegurar con certeza absoluta pero sí que ha sido una de las obras valencianas más representadas en los últimos años desde que viera la luz como pieza breve en el festival Russafa Escènica de 2019. Lázaro y Roberto Hoyo han marcado época por explorar nuevas vías y lenguajes escénicos muy destinados a incluir el público juvenil dentro de la amplia amalgama de públicos.
En esta adaptación contemporánea de la conocida novela picaresca Lazarillo de Tormes Hoyo utiliza la estética del hip hop, con la presencia de Marco Ferreira como DJ en escena como su escudero. El autor-actor se desenvuelve con toda la picaresca entre el diálogo con el público y la improvisación para recrear con frescura la historia de un pequeño delincuente que sale adelante gracias al aprendizaje picaresco de la calle: todo un relato de supervivencia y de superación de las circunstancias potente y con un lenguaje fresco.
Los amos ya no son los del Lazarillo. Ni ciegos, ni frailes, ni clérigos de Maqueda ni hidalgos escuderos. La relación del protagonista es con un ciego de alcohol, un moro o la policía secreta pero con el mismo fondo crítico y de desarrollo como un viaje fragmentario por la precariedad suburbana de la juventud marginal. También estos lázaros aprenden de la vida aunque sea con palizas y contrariedades.
Pero si algo destaca es la interpretación de Roberto Hoyo. Bailando o con litrona en mano, con frases complacientes hacia el público, contando con el tono pasota episodios en el mundo de las drogas y hurtos entre las canciones. Aún es más destacable el giro interpretativo para mostrar la rabia después de tantos momentos de humor. Porque la violencia ha rodeado su vida y aquí Hoyo se muestra igual de potente como en los episodios llenos de comicidad. Al final, la música es la tabla de salvación de un mundo leamok, como el nombre de la compañía, que significa “mierda” en camboyano pero suena mejor. Aunque, sinceramente, aquella salida a la calle Cuba con la bola de hachís en la pieza corta siempre será inolvidable.
Última lluna de Mercucio Montesc
Cualquier espectáculo evoluciona. El paso del tiempo puede depurarlo y redondear el resultado. Es lo ocurrido con Última lluna de Mercucio Montes meses después de su estreno el 20 de mayo de 2022 en el Teatre El Musical. Sin duda, haber eliminado algunos “paseíllos”, en total diez minutos, y haber creado un final con ruptura de la cuarta pared y figurantes, le ha dado mayor consistencia a esta reposición en la programación escolar del Centre Teatral Escalante para una función que se expresa en unos registros asimilables para los jóvenes de instituto, y más mayores, que se sentirán atraídos por la visualidad y la nocturnidad del argumento lleno de escenas muy pensadas para sus formas actuales de pensar. Ellos las entendieron y no se escandalizarían con algunas como sí lo haría algún público veterano hasta el punto de que en el coloquio posterior a su finalización realizaron casi veinte preguntas, lo cual demuestra su interés.
Yendo al contenido, el maestro Nel Diago me dijo hace años, en esos comentarios que se hacen a la salida de un teatro, que con Shakespeare se puede hacer cualquier cosa menos matarlo. Una frase que te queda grabada y que resume todas las experiencias vividas a partir de la visión de tantos montajes variopintos de las obras del genio de Stratford. Ya hemos contemplado toda gama de propuestas, desde la arqueológica a la disparatada de ataque de adaptador o director. Eso de que en Shakespeare están grabadas todas las profundidades del ser humano ha servido para justificar cualquier transformación teatral no siempre afortunada, el Hamlet en vaqueros como se dice irónicamente, aunque esté claro que representarlo literalmente puede aburrir en estos tiempos.
A una transformación sui generis de Romero y Julieta se han atrevido Laura Sanchis y Javier Sahuquillo con su compañía Perros Daneses. Han recreado el enfrentamiento entre montescos y capuletos de la tragedia shakespereanallevándolo a las inquietudes de los jóvenes veinteañeros actuales. Sahuquillo no es la primera vez que retuerce el cuello a la historia de los desesperados amantes separados por la enemistad llena de odio de sus familias novelada por Matteo Brandello, inspirador de tantos argumentos teatrales. Ya lo hizo en Verona, a partir de la dramatización de la historia realizada por Lope de Vega en Castelvines y monteses. Tampoco Laura Sanchis es la primera vez que elige unos personajes secundarios del teatro, como Mercucio, el confidente y amigo de Romeo, y los convierte en protagonistas de una nueva historia, como hizo en Nagg i Nell, los mendigos de Fin de partida de Samuel Beckett. El caso es que han puesto en la escena estos personajes dándoles entidad propia y alargando su historia además de añadirles referencias tendentes a lo más actual.
Sahuquillo y Sanchis nos conducen en Última lluna de Mercucio Montesc a una distopía futurista en un mundo apocalíptico regido por el totalitarismo y dividido en dos castas: los jóvenes, montescos, y los adultos, capuletos; la inocencia y la corrupción de la bondad respectivamente. Quienes se enfrentan no son familias sino generaciones. Para ello, Sanchis y Sahuquillo se han centrado en la relación de Benvoli, Mercucio y Romeo, los tres amigos del original de Shakespeare fundamentales en el desarrollo de la acción, tal como hubiese querido contarla Mercucio. Desplazan el protagonismo a la pareja de amigos Benvoli y Mercucio para hablarnos de la amistad, la lealtad y la traición.
Esa distopía con aire futurista está presente desde el inicio. La estética de la escena inicial recuerda a 1984 a George Orwell. Con telón cerrado y en cada lateral dos telones con los símbolos establecidos y la palabra “patria”. Así se llama el mundo surgido de pandemias y guerras donde los adultos dominan a una juventud sin rumbo y dominada por algoritmos que actúan como un teléfono móvil u ordenador en la palma de sus manos. Este comienzo realmente está reproduciendo el pensamiento de quienes están al borde de los veinticinco años, víctimas psicológicas de una pandemia que los ha dejado sin treinta meses de los mejores años de la vida de toda persona y ha ahondado en un problema ya existente: la idea establecida de que no hay futuro, no hay esperanzas, no hay proyectos de vida posibles cuando se maniata a la juventud de una forma u otra. El público de estas edades se identifica con esta situación descrita en otro tiempo. Seis actores en escena condenados a no tocarse, no besarse, no vivir, y ello les empuja a transgredir la ley para encontrar un lugar en el mundo. Patria es una sociedad dividida por el límite de los veinticinco años. Es un mundo narcotizador y represivo con los montescos: las víctimas de una realidad social dictatorial. Transgredir cuesta la vida. Incluso hay pequeños grupos terroristas montescos como respuesta social. Pero estamos ante un mundo donde el hedonismo ha triunfado para extenderse en una sociedad con un pensamiento apagado y superficial.
A los veinticinco años se deja de ser montesco y se entra en el mundo de los capuletos. Uno de estos seis jóvenes, Teobaldo, llega a esa edad y al pasar a la otra sociedad celebra una fiesta. Puede invitar a un montesco. Romeo al llegar a la fiesta se enamora de Julieta. Pero el resto de amigos decide transgredir las normas y acudir disfrazados de adultos, vistiéndose con prendas propias de los capuletos. La fiesta se celebra y después de la diversión comienza la tragedia en el camino de regreso. Entonces el protagonismo deriva a Mercucio y Benvoli, el verdadero centro de la acción. Previamente se desarrolla la acción donde Teobaldo reta a duelo a Romeo que culmina en una tragedia y que deriva en su odio hacia los montescos “ilegales” como okupas.
El libreto centrado en ambos es transgresor en todos los sentidos y no solo en el argumental. Permuta a Julieta en actor masculino y a Romeo en femenino. El erotismo, reprimido para los montescos, está presente y va más allá del amor, con una clara deriva defensora de la libertad sexual. Los jóvenes lo asimilan con naturalidad. Todo el inicio social se mantiene más allá de la historia porque la denuncia se dirige hacia quien traiciona nada más entrar en el círculo de la sociedad acaparadora del poder. Para ello, Sanchis y Sahuquillo abordan desde la perspectiva del conflicto social y humano por encima de cualquier romanticismo y sentimentalismo. Es la historia de amigos que acaban siendo perseguidos por quien también fue montesco antes de ser capuleto, Teobaldo. La lealtad deja de existir cuando la sensación de pertenencia social abandona los antiguos principios. Algo frecuente cuando se llega a adulto.
Aunque el destinario sea el público veinteañero (o a partir de la adolescencia) la diégesis es interesante para el público adulto. Y para consumar la atmósfera para este público nada mejor que destinar la dirección a quien mejor sabe crear ambientes para ellos a lo largo de su trayectoria: Borja López Collado. Recordamos sus obras Halloween party, Sifilitik.o y Licantropía donde encontramos el mundo nocturno, las fiestas y discotecas, las relaciones personales juveniles, la droga (aquí “polvo”), o las relaciones sexuales. No hay otro autor y director valenciano mejor que él para reproducir el submundo oculto y en esta obra lo hace con una suficiencia ejemplar. Su trabajo ha dado empaque y fortaleza al libreto y aumentado de forma gradual el interés. Su dirección es excelente y queda en el recuerdo por una estética joven identificada con su mentalidad. El mismo Sahuquillo suele reiterar que desea ver obras donde haya una dirección y aquí la hay con un estilo conseguido y con una suficiencia apabullante sin caer en la vulgaridad.
Para la parte musical y el espacio sonoro, se vale de Kique Gasú en el beatbox, que vuelve con su solvencia demostrada en Tirant, junto a Aurora García Agud, excelente en el manejo de las teclas, y Marc Servera en la guitarra (también Gasú en ocasiones). Los sonidos reproducidos son la base ambiental del montaje, siempre comedidos y en ningún momento dominantes. Han de imbricarse en el subtexto de la acción y lo consiguen. Incluso los punteos de guitarra son sutiles y marcan en lugar de protagonizar: apenas se perciben. Como también ocurre con las imágenes diseñadas por Pablo Català Escalera: tienen una función de refuerzo, sobre todo en la expresividad de rostros y personajes. Muchos elementos técnicos con una presencia polivalente y omnímoda pero siempre al servicio de la historia sin superponerse o sobresalir por encima de ella. Incluso la iluminación de Pablo Fernández posee una presencia subordinada, hasta angustiosa en la nocturnidad, reforzando situaciones y caracteres con matices dentro de la oscuridad dominante. Un mérito de la dirección de López Collado es este uso de tanta técnica sin abusar hasta matar el argumento: le da realce a lo misterioso con lo oscuro.
Por otro lado, hemos visto nacer a los seis actores. Aquí podemos comprobar lo que han crecido Raúl Ferrando en el TEM e Isidro Mora en el Principal, Raúl Lledó, Aurora García Agud, Kike Gasu, Paula López Collado y Marc Servera. Diferentes estilos interpretativos, algunos mejor que otros, pero muy bien elegidos. Con sus virtudes extraídas por la dirección. Brilla Paula López Collado de forma ejemplar. Es quien lo tiene más difícil apareciendo en diversos papeles, siendo la primera en morir, teniendo que exprimir el erotismo, o mostrándose con un histrionismo controlado como ciega premonitoria. La vimos nacer en aquel Amoureux solitaires de Russafa Escènica de 2015 y creo que si sigue con esta evolución será pronto una actriz completa capaz de representar cualquier papel con características dispares, como ha demostrado en este montaje. Kike Gasu da la talla no solo como músico sino como un violento e iracundo Tebaldo. Raúl Lledó fue creciendo y mostrándose más convincente a medida que discurría la acción como Benvoli. Aurora García Agud está muy resuelta desde el comienzo, y su Romeo tiene la sencillez necesaria. Por no hablar de su limpia voz en off junto a la música. Más apagado Marc Servera, aunque cumple y se encuentra muy preciso con la guitarra y vestido de Julieta. Y qué decir de Raúl Ferrando. Que sigue creciendo. Su Mercucio Montesc no es nada sencillo porque ha de moverse entre extremos interpretativos, desde lo íntimo a lo dicharachero; del ser resolutivo y decidido a las dudas, o desde un carácter enérgico y hasta bruto a tener un enorme sentido de la fiel amistad. Difícil lo tuvo para igualarlo Isidro Mora en la sustitución de Escalante pero cumplió.
Si algún reparo se puede poner al montaje después de simplificar el excesivo recorrido de Benvoli y Mercucio que provocaba una abrupta ruptura del ritmo hasta la reaparición iracunda de Teobaldo previa al desenlace, son los duelos de esgrima. Aquí los actores muestran un punto endeble a mejorar. Tienen tiempo por delante. El desenlace muy ajustado y nada forzado, aunque se conozca o se adivine el destino de Mercucio, está mejor rematado con una coronación acompañada por la salida de figurantes del patio de butacas.
Esta creación seleccionada por el Centro Teatral Escalante como experiencia piloto para adolescentes y coproducida por Perros Daneses, Yapadú Artística y el TEM, merece la pena. Es muy de agradecer este teatro destinado a un público juvenil, que sintoniza con sus inquietudes y forma de pensar, sobre todo a esa generación hundida desde la pandemia. Porque se reivindica y traslada al mundo de los adultos el olvido al que está siendo sometida: ya no es que la sociedad les brinde la precariedad y el empleo basura como alternativa vital como a sus predecesores sino que no les da ninguna alternativa que no sea someterse a los avatares de la fortuna: o sea, a la nada.
También es importante que los jóvenes aprendan a disfrutar del teatro de texto.
FICHAS ARTÍSTICAS
Lázaro de Leamok
Fecha de la representación: 24 de enero de 2023. Fecha de la crítica: 25 de enero de 2023 (actualización de la realizada en agosto de 2020 en el festival Sagunt a Escena). Nau Ribes.
Texto: Roberto Hoyo. Reparto: Roberto Hoyo. Música: Marco Ferreira . Asesoramiento artístico: Luis Melià.
For+ de Xarop Teatre
Fecha de la representación: 29 de enero de 2023. Fecha de la crítica: 29 de enero de 2023. Nau Ribes.
Intérpretes: Carles Benlliure y Rebeca Castro. Música origina y en vivo: Ricardo Belda y Arantxa Domínguez. Dirección Carles Benlliure. Dramaturgia: Rebeca Castro. Equipo de creación: LAPinzón, Piluka Art. Muñecos y vestuario: Rebeca Castro. Audiovisual: Piluka Art. Diseño técnico: Escenasons.
Chinchulina y el ruiseñor de la China de La Canica Teatro
Fecha de la representación: 3 de febrero de 2023. Fecha de la crítica: 4 de febrero de 2023. Nau Ribes.
Texto: Pablo y Alba Vergne. Dirección: Pablo Vergne. Reparto: Alba Vergne. Fotografía: Giuseppe Marconi. Producción: La Canica.
La serpillère de Monsieur Mutt de Compañía Ma Compagnie
Fecha de la representación: 10 de febrero de 2023. Fecha de la crítica: 10 de febrero de 2023. Nau Ribes.
Intérprete, coreografía y puesta en escena: Marc Lacourt. Escenografía y sonido: Pauline Valentin / Samuel Dutertre.
Tarzán de Compañía Mar Mar
Fecha de la representación: 21 de febrero de 2023. Fecha de la crítica: 21 de febrero de 2023. Teatro Principal.
Reparto: Aritza Rodríguez, Javi Tirado, Irene Hernando, Gabriel Ocina y Eriz Alberdi. Autor: Kike Díaz de Rada. Dirección: José Carlos García. Diseño de iluminación: Ion Chavez. Espacio sonoro: Igor Iglesias. Música: Fran Lasuen. Vestuario: Noemi Loiti. Técnicos: Antxon Unzaga, Maitane Serrano e Igor Iglesias. Traducción: Idoia Barceló.
Save the temazo de Col·lectiu F.R.E.N.È.T.I.C
Fecha de la representación: 24 de febrero de 2023. Fecha de la crítica: 26 de febrero de 2023. Teatro Principal.
Intérpretes y autoría: Gonzalo Santamaría, Matías Marré, Marilén Ribot, Raül García y Suso Imbernón. Dirección escénica: Jimena Cavalletti. Dirección técnica: Abrahan Gómez. Vestuario: Sara Recatalá. Escenografía: Col·lectiu F.R.E.N.È.T.I.C.
Tripula de Farrés Bros. i Cía.
Fecha de la representación: 7 de marzo de 2023. Fecha de la crítica: 9 de marzo de 2023. Teatro Principal.
Intérpretes: Jordi Farrés y Pep Farrés. Creación: Jordi Palet, Pep Farrés y Jordi Farrés. Dirección y texto: Jordi Palet i Puig. Escenografía y diseño de títeres: Jordi Enric, Farrés Brothers y cía. Alfred Casas. Música: Jordi Riera. Iluminación: Jordi Llogueras. Voz en off: Pere Arquillé.
Última lluna de Mercucio Montesc de Perros Daneses
Fecha de la representación: 20 de mayo de 2022. Fecha de la crítica: 22 de mayo de 2022. Teatro Principal.
Autores: Laura Sanchis y Javier Sahuquillo / William Shakespeare. Dirección: Borja López Collado. Reparto: Raúl Ferrando (TEM) – Isidro Mora (Principal), Raúl Lledó, Aurora García Agud, Kike Gasu, Paula López Collado y Marc Servera. Movimiento y ayudantía de dirección: Júlia Cambra. Iluminación: Pablo Fernández. Espacio audiovisual: Pablo Català Escalera. Composición musical y música en directo: Marc Servera, Aurora García Agud y Kike Gasu. Espacio escénico: Javier Sahuquillo y Pablo Fernández. Realización escenográfica: David Durán. Vestuario: Gabriel Meseguer. Lucha escénica: Borja López Collado. Producción ejecutiva: Javier Sahuquillo. Ayudantía de producción: Raquel Violero i Gabriel Meseguer.
Buh! de Teatre de l’Abast y La Fam Produccions
Fecha de representación: 9 de marzo de 2023. Fecha de la crítica: 10 de marzo de 2023. Lugar: Sala Martín y Soler (Les Arts)
Idea original y dirección: Lucía Aibar y Victoria Mínguez. Texto: Manuel Maestro. Dramaturgia: Lucia Aibar, Manuel Maestro y Victoria Mínguez. Reparto: Neus Alborch, Rebeca Artal-Dato, Estela Domínguez, Aina Gimeno y Juanma Picazo. Música: Carles Rodenas. Coreografías: Cristina Fernández. Letras: Lucía Aibar, Manuel Maestro, Carles Rodenas, Ramon Rodenas. Diseño de escenografía: Txema Rico. Construcción escenográfica: Oriol Casso Samsó. Diseño y construcción de títeres: Vicente Andreu y Muppetece. Diseño de Iluminación: Sergio Heredia. Vestuario: Pascual Peris. Asesoramiento vocal: Mary Porcar. Fotografías y vídeo: Lluerna Creación Audiovisual. Diseño grafíco: Laura Valero. Asesoramiento lingüístico: Neus Alborch. Producción ejecutiva: Lucía Aibar, Sergio Heredia, Victoria Mínguez. Ayudante de producción: Ramon Rodenas. Músicos: David Andreu, Jordi Ases, Iván Cebrián, Albert Climent, Joan Codina, Vicent Gil, Paula Hervás, Genís Ibáñez, Salva Pérez, Adriana Valeria Sena Alcover, Óscar Vila y Dani Zaragoza.
Los viajes de Bowa de Compañía La Gata Japonesa
Fecha de la representación: 22 de marzo de 2023. Fecha de la crítica: 22 de marzo de 2023. Nau Ribes.
Intérprete y autora: Elena Vives Espejo-Saavedra. Dirección: Lucas Escobedo. Música original: Proyecto Voltaire. Iluminación: Carlos Cremades Mendi. Escenografía y vestuario: La Gatera.
Allò que ens uneix de Escalante / La Matallina
Fecha de la representación: 30 de marzo de 2023. Fecha de la crítica: 30 de marzo de 2023. Nau Ribes.
Intérpretes: Elisa M. Matallín, Raquel Heredia y Anna Estellés. Dramaturgia y autoría: Elisa M. Matallín. Dirección: Elisa M. Matallín y Anna Estellés. Títeres y escenografía: Somiatruites. Dirección y composición musical: Versonautas y Raquel Heredia. Iluminación: Lumierescene (Carlos Molina) y Anna Estellés.
Perseverance de Marroch
Fecha de la representación: 23 de abril de 2023. Fecha de la crítica: 25 de abril de 2023. Nau Ribes.
Intérpretes: Diana Huertas, María Palazón, Marie Pastorelli, Melodía García. Coreografía y dirección: Salvador Rocher. Dramaturgia y texto: Adrián Novella. Escenografía: José Luis Huguet. Vestuario: Emilio Morales. Música: Alexander Espinosa.
Alma de LaBú Teatre
Fecha de la representación: 3 de mayo de 2023. Fecha de la crítica: 3 de mayo de 2023. Nau Ribes.
Intérprete, autoría y dirección: Anna Ros. Escenografía: Martí Doy y LaBú Teatre. Vestuario: Victoria Cretenze. Música: Marcel Vall y Joel Condal. Iluminación: Sergi Illa.
Jungla de Big Bouncers
Fecha de la representación: 10 de mayo de 2023. Fecha de la crítica: 10 de mayo de 2023. Nau Ribes
Intérpretes: Cecilia Colacrai, Mireia de Queros y Ursa Sekirnik. Autoría: Anna Rubirola y las tres intérpretes. Dirección: Big Bouncers. Escenografía: María Alejandre. Vestuario: Big Bouncers y María Alejandre. Música: Oriol Roca. Iluminación: Joana Serra.
El cau dels sentits de Companyia Elpetit
Fecha de la representación:
Intérpretes: Lali Ribalta y Gloria Román. Dirección y Creación: Eulàlia Riberta y Sergi Ots. Diseño y construcción: Txell Janot.
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